sábado, abril 22, 2006

LAS RAICES DE LA FANTASIA




EL EJERCICIO DE LA FANTASIA.

De los recuerdos gratos que tengo de mi infancia destaco sobre todo los de mi iniciaciòn a la fantasìa. Muy temprano conocì el "Tesoro de la juventud", una suerte de enciclopedia temàtica, en blanco y negro sobre un papel satin muy bello.
Los cuentos de hadas, los ogros, magos ,nigromantes, viajeros, hèroes, doncellas, danzaban en mi mente al conjuro de la imàgenes maravillosas de Arthur Rackham, Gustavo Dorè y muchos otros ilustradores benemèritos. Me acompañaron estos personajes en mis sueños, en mis vigilias y en mis duermevelas. Aùn hoy al retomarlos, estos recuerdos me estremecen con la emociòn inmaculada del ingenuo niño...maravillosa sensaciòn.
Màs tarde conocì a Julio Verne y su profètica colecciòn de invenciones que poco a poco se volvieron realidades tecnològicas. Despuès me llegò Isacc Asimov ( de quien tomè prestado el apellido ), Robert A. Heinlein y otros autores de ciencia ficciòn, que me marcaron para siempre como galàctico e iconoclasta. Marca que despuès confirmarìa el nunca bien ponderado Ray Bradbury y el siniestro Lovecraft y su pandilla.
Con mi juvenil adultez a cuestas me extasiè con 2001 una odisea del espacio del genial Stanley Kubrick, para mì la mejor pelìcula de su gènero.
Cada persona resulta de una mezcla de circunstancias e influencias y a mì , casi desde que nacì, me estuvieron guiñando el ojo los marcianos. Con la explosiòn psicodèlica de los 60s y las influencias musicales pertinentes me hubiera resultado imposible eludir toda la belleza implicita en un hongo...toda la emociòn pendiente de una gota de rocìo que se desliza lenta, suavemente, por el pètalo carnoso de una flor azafranada.
Agradezco a mis padres por haber puesto a mi alcance estos mundos raros y salvajes donde las cosas imposibles pasan...donde la fantasìa ahonda con su pincel de tornasoles entre los pliegues de la escurridiza realidad. Tambièn un abrazo espiritual para Adelita, mi abuela querida, mi compañera de alcoba en la casa paterna, con quien compartì la obscuridad de la noche y sus relatos de tiempos y tierras lejanos, tan lejanos que al adentrarme en sus territorios siempre iba a parar al reino de los sueños, sin darme cuenta de que habìa traspasado la frontera de dos realidades y que , como siempre en ese reino, podìa volar a caballo de los hilos de mi imaginaciòn, atravesando nubes y polvo de estrellas.

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