En noches de estrellas y paisajes insondables del cosmos, reburujado entre una manta calentita, soñando con hadas silvestres y gnomos ceñudos, de pronto me asalta el recuerdo perdido de cuando éramos errantes animales sin lenguaje y buscábamos refugio entre las cuevas, ansiosos de lo desconocido, enamorados del asombro, perplejos ante lo intangible a flor de nuestros sentimientos.
Cuàntas terribles jornadas tuvimos que pasar, hasta el descubrimiento del fuego y sus maravillosas posibilidades.
Celebro ahora, mientras contemplo apaciblemente el universo desconocido, pavoroso y prometedor a la vez, celebro, les decìa, a los fantàsticos que se atrevieron a soñar con los milagros que hoy son nuestros.
Gracias a los "Invisibles de tiempos lejanos " que sostuvieron, indomables, el espìritu flameante de la imaginaciòn, la perspicaz mirada del cazador y la locura insensata que nos ha llevado a inventar este mundo que hoy tenemos.
( Imágen de Michael Whelan )
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