"Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior, y en la madrugada del lunes la ciudad despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza." Gabriel Garcia Marquez en El Otoño del Patriarca.
Este muerto que hoy tenemos no es tan grande ni está tan muerto. Insiste en gobernar con motosierra de acero a un país confuso de tanta violencia intoxicante.
Sabiamente, Jaime Garzón predijo hace ya quince años lo que se nos venía. Había visto la corrupción del narcotráfico crecer a ojos vista, introducirse en todas las esferas de la vida del país con su ilimitado poder económico y su ninguna moralidad, y dijo Jaime: en quince años van a estar gobernando al país en pleno, incrustados en el gobierno, haciendo y deshaciendo, pero sobre todo, delinquiendo.
Siete años del gobierno siniestro de Uribe Velez, el Señor de las sombras o alias "varito" como sus compinches lo llaman, tienen al país postrado en la orgía paramilitar y el desmadre de los avivatos politiqueros metidos a testaferros, metidos a todo tipo de tropelías contra la república bananera de Colombia.
Hoy parece hundirse en el fango y los charcos de sangre el régimen más corrupto jamás visto en este país del Sagrado Músculo Cardiaco. Llega a su fin por fin el espejismo del estadista con carita de seminarista y alma de narcotraficante. Verguenza para los colombianos haber tolerado esta desgracia y muchos ingenuos que se dejaron seducir por las mentiras de los medios de difusión al servicio de los poderosos.
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