jueves, marzo 30, 2006

EL DESAYUNO MAS PELIGROSO DEL MUNDO



Todos hemos escuchado alguna vez las admoniciones de nutricionistas, madres, esposas y otros especímenes, acerca de la importancia del desayuno :
que es la comida más importante del día y por ello básica, que tiene tanta trascendencia como el sueño, que debe ser rico en fibra y en proteinas pero que no vayamos a descuidar los carbohidratos que dan tanta energía, que patatí , que patatan....
Yo , personalmente , lo aborrezco. Lo único que quiero en las mañanas es jugo de naranja o de limón o a lo sumo tomate de árbol....algo ácido es lo que mi cuerpo pide...algo fresco, perfumado, fragante.....como para comenzar el día limpio y transparente.
Jamás humeantes huevos fritos con jamón o ese asqueroso café con leche. No apetezco caldos para borrachos humillados por la resaca ni apestosos tamales en vegetal mortaja
y, la verdad sea dicha, las sobras recalentadas me enferman.
Sin embargo.....pero....a pesar de....no obstante....pese a todo esto, desde que me he juntado con Natalia mi vida ha cambiado : luego de una noche de amores fragorosos durante la cual me ha extraído a conciencia hasta la última gota de sustancia y me ha dejado cuasi aniquilado y exánime, esta insaciable mujer se atreve a traer a mi lecho de moribundo toda clase de viandas repugnantes pero nutritivas y , según ella, afrodisíacas. Me embute sopas, carnes, sobrados refritos, huevos y hasta cereales con vitaminas.
Yo sé que ella es la muerte disfrazada de mujer apetecible y sé que mi vida se extingue absorvida por sus tres calientes , húmedos y apetitosos agujeros,carnosos, palpitantes. Pero también sé que lo que realmente me mata es la catadura culinaria de sus desayunos plúmbeos y biliares.
Ahí viene otra vez meneando su culito desnudo y voraz, con una enorme bandeja en sus manos, contoneando esa teticas de adolescente que me vuelven loco, sonriendo con esa boca provocativa y deliciosa en la que he alcanzado cúspides inimaginables de placer, hablando con esa vocecita suave, con dejos tropicales en su acento, haciendo esa mirada de madre loca que atiende a su bebe con todo cariño y yo la miro indefenso y ni cuenta me doy de qué es lo que me ofrece.
Ya sé que estoy perdido y con docilidad perruna acepto de sus manos de dedos largos y elegantes la cucharada fatal, el bocado envenenado de colesterol, el azúcar mortífero y los almidones espesos que joden mi intestino. Cuando ella me mira con sus ojazos de cervatillo y mueve las pestañas largas y frondosas en un aletear perverso y saca su lengua rosada y excitante para comerse un banano bien comido, todas mis defensas ceden y yo tomo , como todos los dias desde cuando compartimos lecho, besos y suspiros, el desayuno más peligroso del mundo.

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